En nuestra sociedad actual muchas personas acuden en su tiempo libre a algún tipo de actividad relacionada con la música (zumba, bachata, instrumentos tradicionales, etc.). En el caso de las personas con discapacidad intelectual, los procesos de aprendizaje, en ocasiones deben de ser adaptados, por lo que las alternativas existentes son muy limitadas. Conseguir la inclusión en actividades ordinarias de este tipo puede ser complicado, a pesar de que se procura desde la Asociación optar siempre por esta línea en pro de la inclusión. Sin embargo y especialmente en personas con grados de discapacidad superiores al 65%, muchas veces se requiere de sesiones específicas donde se apliquen otros métodos de enseñanza alternativos y adaptados a la persona, sobre todo si son sus primeras experiencias en la materia.
Por este motivo se plantea desde la Asociación este proyecto, que pretende crear un espacio de encuentro donde se impartan distintos Talleres vinculados a la música, para que personas con diversidad funcional puedan tener sus primeros contactos con diferentes disciplinas. La música enriquece la vida, y por este motivo es necesario que rodee a la persona con diversidad funcional creando un ambiente rico y lleno de estímulos. Esta experiencia sensorial proporciona un desarrollo emocional, psíquico, fisiológico y social equilibrado. Crear nuevos caminos y ampliar el mundo imaginario son también puntos clave donde la música puede aportar grandes beneficios a las personas con discapacidad intelectual.
Además, implica un lenguaje no convencional, diferente al que estamos acostumbrados, y puede abrir puertas para una comunicación diferente, real y abierta donde cada persona crea su propio camino de expresión frente a sí mismo y a los demás. A través de la música se puede trabajar en diferentes ámbitos de las personas con discapacidad intelectual.
Si hablamos del área emocional, la música puede ayudar a fomentar la autoestima individual al tiempo que libera energía y sentimientos que pueden permanecer reprimidos. Asimismo, es un mecanismo que facilita la creatividad y desarrolla la imaginación.
En cuanto a la función cognitiva, estimula la memoria, promueve la utilización del pensamiento simbólico, mejora la percepción auditiva y fomenta el impulso de la propia iniciativa en el campo de la comunicación y de la expresión. Si hablamos del campo físico, el uso de la música reduce el nivel de ansiedad, mejora la coordinación óculo manual y fomenta la lateralidad y el esquema corporal en general.
Por último, en el área social, facilita las relaciones con los otros, mejora tanto la afectividad como la conducta participativa y ayuda a asimilar las pautas del comportamiento social: los tiempos de espera, el respeto de los turnos, la función del diálogo, etc.